sábado, 12 de junio de 2010

Miope


Me quedo ciego.

Poco a poco pierdo la visión. A penas se nota la diferencia de un día a otro pero... a veces echo la mirada atrás, y es entonces cuando se nota.

¿Algo maravilloso? Para mí sería el poder ver nítidamente con mis dos ojos, sin plásticos, sin cristales... sólo mi cristalino.

Quizá esto te parezca una tontería, una exageración... si es así, te envidio.

Pero lejos de dar una lección de ciencias te diré que... a veces... me gusta perder la visión... me gusta perderme en esa borrosidad al quitarme las lentes... porque cuanto menos veo más aprendo, cuanto menos aprecio más me esfuerzo por hacerlo... porque cada vez que tengo la oportunidad de "ver" más valoro lo que me rodea...



Aunque a veces... sólo a veces llego cansado a casa, pensando en tantas cosas que me preocupan, que me agobian, que me estresan, o que sencillamente me cansan sin más... que quisiera aparcarlas a un lado, desintegrarlas... pero no puedo. Me quito las gafas y por fin todo se vuelve borroso de nuevo... los detalles ya no existen, no tienen sentido en esta dimensión... a penas se distinguen los bordes, dónde terminan y donde acaban las cosas... sólo se aprecian formas, colores vistosos y destellos de luz... todo es más sencillo, más simple. Dejo mi mente sobre la mesilla, el hábito hecho instinto me guía hacia la cama y por fin... por fin puedo descansar. Mañana será otro día.