sábado, 5 de noviembre de 2011

Me pregunto

Decepcionado.
Ya ni siquera me pregunto ¿por qué...? Pues por esa misma razón fui el único de entre millones en conseguir aquella meta redonda, hace ya unos cuantos años...
Ahora me pregunto ¿hasta cuándo...?
La verdad, espero no cambiar esta forma de pensar, espero que no llegue el día en que actúe como la mayoría pasando de todo, o mirándome al ombligo durante horas, o intentando hacer la vida más difícil a los demás... o simplemente evitar hacerla un poco más agradable... no, espero que no llegue ese día.
Todos tenemos nuestros errores, nuestros fallos humanos, cada uno somos de una forma u otra... pero creo que existen unos mínimos que deberíamos respetar... y hablo de respeto, no de miedo.
¿Miedo? Creo que uno de los mayores miedos es el de no reconocerse a uno mismo, pero lo de fuera... lo de fuera no debería darnos miedo, sólo dolor de cabeza.
Y es que a veces me pregunto, ¿seré yo el raro?
¿Es tan difícil decir un "hola", un "hasta luego", sonreir, preguntar...? ¿es tan difícil respetar la vida ajena y las opiniones de los demás? ¿es tan difícil ponerse por un momento, sólo por un momento, en la piel de la otra persona?
Pues parece que sí... y es que al ser humano le cuesta mover un dedo, aunque sea para cambiar el canal de televisión. Pero algunos van más allá, y al caminar impasibles junto a una niña que se está desangrando nos confiesan hasta qué punto hemos perdido nuestra sangre por hielo, dejando nuestro alma metido en el cajón más profundo del sótano, junto a nuestros sentimientos e instintos... las únicas 3 cosas que nos separan de ser una batidora, o un automóvil.

sábado, 2 de julio de 2011

2/7/2011




Lo dejé caer.
Ni siquiera lo dije, no fui duro.
Sólo lo deje caer.
Tan fríos, asustados y desnudos
sus ojos no querían comprender.

Por la otra parte comentarios racistas,
probocadores y llenos de odio.
Burlas fáciles, afiladas como cuchillas
atraviesan todo el envoltorio
y llegan hasta las tripas.

Miradas de desprecio e incomprensión,
que juzgan una vez más sin saber,
miradas que no reconozco ni yo
porque no encuentro en ellas su querer,
sino el enfado por no ser mejor.

Así el inocente se siente culpable
hundido en el más profundo fango.
Quiere cambiar su piel por sangre
o arreglar lo que está estropeado
aunque esto no esté a su alcance.

domingo, 2 de enero de 2011

2/1/2011






Con las manos al volante todo es más fácil. Todo sería más fácil y rápido.

Recuerdo aquellas tardes en la plaza, jugando con los amigos, bocadillo en mano y corriendo con una sonrisa en la cara... todo era tan sencillo, todo merecía la pena, y lo mejor de todo es que ni siquiera me lo planteaba.

Años más tarde, por los famosos pasillos escuché en una ocasión "...pero bueno, que cabizbajo, no?" ...y ahora sé que por aquel entonces ya habría empezado todo.

Uno no puede ser bueno, no puede ser malo, no puede ser. De nada sirve hincharse de ilusiones sabiendo que vas a caminar por un desierto de alfileres, tan árido, tan agobiante, asfixiante... por eso prefiero el frío, prefiero la lluvia, las tormentas, la nieve, el hielo... el silencio congelado de una ilusión congelada que se hizo vieja al volver a la cálida realidad. Entonces se dio cuenta de que estaba desfasada, que había llevado una doble vida, una ciega y la otra bajo la ignorancia.

No puedo acabar de esta forma, en este lado de la carretera, aunque quiera... tampoco puedo ver con claridad... no alcanzo siquiera a verme al espejo... no veo más allá de mis miedos, no veo más que la mitad de uno mismo, atrapado en un chasis de miradas e ideas incrustadas en el cristal... y por eso no veo nada.

Ahora el cristal se acaba de congelar, y un giro inesperado sería quizá lo más acertado.