domingo, 13 de diciembre de 2009

Volviendo a casa


Frío. Es lo único que evito sentir, lo único que siento. Camino encapuchado y con una bufanda olvidada al cuello... (ya ni siquiera sirve la imaginación). Ahora hace aún más frío, y mi nariz es la primera en enterarse.

Levanto la mirada y observo de lejos la ciudad: "cuánto he cambiado, y tú sigues tal y como te conocí".

Cada año una historia nueva, un nuevo capítulo, una pieza más... y esto es tan sólo el principio: "¿el principio de qué?".

Cada vez que miro hacia atrás me siento más viejo, y cada vez que pienso esto me siento más niño.

Nos hacemos mayores, y nuestra ilusión cambia. El pensar que cada vez tenemos menos ilusión, que cada vez somos más viejos es en el fondo engañarnos a nosotros mismos. La ilusión no muere si nos molestamos en encontrarla, y la vejez sólo llega cuando nos creemos viejos. No nos hacemos viejos, nos hacemos mayores. Aunque para muchos esto significará lo mismo.

Regresa el frío. Por fin llego al portal. El cuerpo está algo entumecido, pero al final he conseguido distraerme por un momento... al final la imaginación ha servido.

La noche se cierra. En casa se respira calor y a través de la ventana observo la quietud de una dama infernal hecha de hielo. Señora invierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario