domingo, 1 de agosto de 2010

Tarde


"...esa cara de idiota" al entrar en la sala y ver que mis pasos regresan del pasado para volver al futuro, y ver que los viejos siempre saben más y mejor.

Intento seguir unos pasos que ya se alejan y no puedo alcanzar. Intento imitar unas huellas dibujadas sobre limpia cerámica que van y vienen tan incoherentes, tan incomprensibles... sin darme cuenta que la culpa no la tienen las huellas. Una vez más llego tarde. Una vez más...

Quizás sea que me exijo demasiado. Quizás sea que mi listón realmente es otro. Quizás sea que no quiero aceptar otro pedazo de realidad... y es que mi realidad se ve muy distinta tras estos ojos de platón jubilado.

Pero el camino sigue ahí donde lo dejé. Si miro hacia atrás ya apenas puedo verlo... pero está. Demasiado lejos, pero perdura como aquellos recuerdos que quedan para siempre al cerrar los ojos. Pero si bajo la mirada no encuentro la arena del camino, sino la verde hierba que brota junto a él, más cerca de los árboles y de aquel arroyo lleno de vida. Y es que ya me cansé de la arena y su desierto, me cansé de andar por donde pies, ruedas y patas avanzan al mismo son tan mecánicos como su razón, su razón de ser.

Por eso una vez más miro de frente, y tras la vigésimo cuarta tentación decido al fin dar un paso más, ya sea en el presente o en su reflejo... pero otro paso más, al fin...

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